TAMARA DI TELLA; MUJERES FRENTE AL ESPEJO

Tamara Di Tella cuenta como se ven las argentinas y que pueden hacer para estar mejor, además de tomar clases de Pilates. ¿Somos muy autocríticas? ¿Tenemos adicción a las dietas?

¿Nos obsesiona la celulitis? ¿Somos demasiado coquetas o nos abandonamos? ¿Sólo nos preocupamos por nuestro físico de la cintura para abajo? Radiografía de una experta de la estética.

Muy pocas mujeres con un currículum tan impresionante como el de Támara Di Tella deciden de un día para el otro alejarse de su carrera y dedicarse a algo como la belleza. Menos si estudió en Oxford, en Harvard y es doctora en Ciencias Políticas. Desde hace 15 años es la esposa de Torcuato Di Tella, con el que tiene dos hijos: Sebastián (11) y Carolina (9). Vivió la mitad de su vida en el extranjero y visitó casi todos los mejores Spa de belleza y relax del mundo. De un día para el otro se lanzó al mundo de la estética femenina y tuvo éxito. A tal punto que ahora dirige dos Spa propios en Buenos Aires y Pinamar. Nadie conoce mejor que ella los tics de las argentinas a la hora de mirarse al espejo.

– ¿Cómo es la mujer argentina frente al espejo?
– Mucho más coqueta que la americana y que la europea. Pero yo estoy a favor de esa coquetería. Que la mujer se abandone me parece un síntoma lamentable de los países desarrollados. ¿Viste cómo son las americanas? Cara lavada, ropa cómoda de trabajo. El típico síndrome de la mujer latina es la coquetería llevada al extremo. Las colombianas o venezolanas se maquillan muchísimo, se ponen todas las joyas, se pintan las uñas de colorado. En este sentido, las argentinas, somos más europeas.

– ¿Qué nos gusta y qué nos disgusta de nuestro cuerpo?
– Las mujeres siempre son muy autocríticas, independientemente de su nacionalidad. Siempre se encuentran algún defecto y se quieren ver mejor. No conozco una sola mujer, de cualquier país, que te diga: “Yo me miro al espejo y me veo fantástica'”. Estoy segura de que le preguntas esto mismo a Claudia Schiffer y te va a decir que ella no se ve perfecta.

– ¿Ser coquetas y autocríticas es un defecto?
– A mí me parece que el ser coqueta por demás no le hace mal a nadie. Si se considera a esto como algo negativo, yo digo: “Bienvenido sea semejante defecto”.

– ¿Cómo nos enfrentamos las argentinas al paso de los años?
– ¡Uyyy! Con tremenda obsesión. ¡Les agarra una desesperación con el asunto de la edad! Y me incluyo. Te voy a explicar por qué nos agarra más a las argentinas que a las otras mujeres del mundo.

“NO HAY HOMBRES PARA LAS DE 40”

– ¿Cuál es su teoría?
– Tiene que ver con los hombres. En nuestro país hay un desbalance demográfico: hay más mujeres que hombres, la población gay está creciendo muy aceleradamente. Se calcula un porcentaje de población gay de alrededor del 15%. Entonces, si vos sumas que hay más mujeres que hombres y, además, le agregas el hecho de que los años se te vuelven en contra, es normal la desesperación a los 40, 45 años. Simplemente porque no se consiguen hombres.

– Bueno, esa teoría es bastante discutible.
– Lo que digo es cierto. Pensá en una mujer divorciada a esa edad que quiera volver a casarse. ¡Tiene muy pocas chances de rehacer su vida! Eso se ve aún más entre las porteñas. No así el caso de los hombres divorciados, que a los 60 años se casan con chicas de 25 como si nada. ¡Una mujer de 60 no consigue un chico de 25 así no-más! Hablo, claro está, en general. Por todo eso es que la mujer está problematizada y tiene terror al paso del tiempo.

EN VERANO, TODO SON EXCESOS

– ¿Cómo se cuidan las mujeres en verano?
– No se cuidan. Es como si dijeran: “Bueno, no puedo hacer nada más porque ya estoy en la playa”. Y todo lo que hicieron antes de las vacaciones lo tiran por la borda. Se cocinan al sol durante las peores horas, se descaman y no les importa nada. Si durante el invierno se cuidaron la figura, hicieron tratamientos para la celulitis, flaccidez y todo eso; llega el verano y se comen todo, toman sin parar y fuman a lo loco. Eso es un gran error. No es cuestión de cuidarse en el invierno y dejarse estar en el verano, no. Hay que cuidarse y punto. Porque el cuidado de uno no es estacional, sino para siempre.

– Claro. Pero en el verano el sol da un color parejo, no se ven tanto las arrugas y los granitos se curan. ¿No es así?
– El sol es un gran camuflador. Cuando estás bronceada desaparecen automáticamente las ojeras, los granitos, tenes un color saludable, no te tenes que maquillar. La mujer argentina quiere estar bronceada desesperadamente, la europea ya no. Como tiene una mayor conciencia de que el sol hace mal, trata de evitarlo. Todas las argentinas, a pesar de que lo saben perfectamente, todavía se matan al sol. En 10 años se va a imponer como moda estar blancas en el verano.

– ¿Y cómo deberían ser los cuidados en verano?
– Es esencial protegerse del sol en las horas pico y, de vez en cuando, hacerse una limpieza de cutis. Especialmente si vivís en un centro urbano con mucha polución ambiental que tapa los poros y ensucia la piel. Incluso en verano. Justamente por el descuido de la mujer en verano es que me decidí e instalé mi primera sucursal en Pinamar, en el Hotel Algeciras. Realmente creo que durante las vacaciones es el mejor momento para comenzar o continuar un tratamiento de belleza.

– ¿Cómo hay que ir a la playa?
– El mejor protector solar es el sombrero, y los anteojos también son buenos. Nada que sea blanco, porque refleja el sol y aumenta su potencial. Te bronceas mucho mejor si usas algo negro que si usas algo blanco, porque el negro absorbe los rayos del sol mientras que el color blanco los refleja y los cuatriplica o quintuplica produciendo el efecto de espejo.