CUESTION DE ESTILO: TAMARA DI TELLA PILATES

Exponente de una imagen chic y urbana. Elige el minimalismo. Vive de pantalones pero adora los tacos altos y las pieles. La reina de Pilates jura que no le interesa la belleza.

Apenas abre la puerta de su casa, Tamara Di Tella pregunta: «¿Cómo me veo?». Está impecable: camisa blanca, pantalón negro, descalza… hasta el collar de perlas que lleva como único accesorio le sienta justo.

“No me gusta el exceso», dice, casi a modo de justif¡cación, antes de empezar con la sesión de fotos. Es que su estilo -clásico, chic, urbano- pasa más por la austeridad. «Me maquillo poco y nada. Un poco de base, corrector, máscara de pestañas y brillo de labios. Sí me preocupan las manos, tienen que estar prolijas, porque son la carta de presentación de una mujer», explica. Adscripta desde siempre al look minimalista, para ella «menos es más».
«En la ropa, prefiero las líneas simples y puras, los colores pasteles, el blanco, el negro… No entiendo mucho la pasión de las mujeres argentinas, por las estridencias, las prendas de colores fuertes y ajustadísimas al cuerpo. Eso no es elegante « , asegura.
Aunque en su placard abundan los pantalones, el tailleur y los tacos altos son para Tamara Di Tella una señal inequívoca de estilo. «Los zapatos me pierden. Adoro ver por la calle a una mujer con lindas piernas y unos buenos tacos altos”. Me parece sexy. Con eso y un poco de rouge en la boca, listo».
– Es la única debilidad?
– Las pieles son mi gran debilidad. Que me odien los ecologistas. Para mí, no hay nada más elegante que un visón hasta el piso. Heredé dos, uno marrón con capucha y otro negro, de la mamá de Torcuato (Di Tella, su marido) que era alta. Son mi pasión. Para una gala en el teatro Colón, por ejemplo, me pongo el primer vestido negro que encuentro y un vizón. No se necesita nada más».
– Te gustan las joyas?
– No tengo ninguna. No uso ni siquiera bijouterie. Ese barroquismo de las manos llenas de anillos y pulseras, tan típicamente americano, es desagradable.
– Un accesorio que distingue?
– Los sombreros, pero hay que saber llevarlo. No a todo el mundo le quedan bien. Son el atuendo aliado de estilo tanto en verano como en invierno.
– Cuáles son tus diseñadores favoritos?
– Giorgio Armani, Ann Klein. Y entre los nuestros, Laurencio Adot, Pablo Ramírez y Benito Fernández.
Tamara va poco a la peluquería -«me lavo la cabeza y me peino yo sola, no tengo mucho tiempo«- pero nunca se olvida de tomar los suplementos de hierro y las vitaminas, dos auxilios eficientes y naturales para lucir pelo y piel sanos. «Después de los 40 años, el cabello largo no queda bien. Cuanto más corto y canchero, más glam. Me cuido la cara con cremas dermatológigas y jamás tomo sol. Las Pieles bronceadas todo el año son un horror, un quemo. Cuando en Europa te cruzás con una mujer así, seguro que es argentina», sostiene.

La misma disciplina que se impuso para trabajar (a las seis de la mañana ya está levantada, controlando por teléfono o vía mail sus 41 locales distribuidos por todo el continente) la aplica a su cuidado físico.
Toma mucha agua, come sano, corre varios kilómetros todos los días y fuma sólo en algunas ocasiones sociales. «Casi no salgo, soy cero frivolidad, pero si voy a alguna reunión me gusta disfrutar de un cigarrillo. Pero no sé lo que es comer grasas hace años». Dice que dos referentes de la elegancia y el glamour en la Argentina son Teresa Anchorena y Karina Rabolini. «Dos mujeres, dos generaciones, dos estilos, pero cada una de ellas tiene porte, garbo… ese don especial que hace que, cuando entran a un lugar. Todo el mundo se dé vuelta para mirarlas. No pasan inadvertidas».
-¿Qué es el estilo para Tamara?
-Muchas cosas. Hay que tener personalidad. No se trata sólo de saber lo que se usa, comprarlo y ponérselo. Es necesario discernir qué te queda bien y qué no, cuáles son las partes fuertes de tu cuerpo y cuáles conviene disimular. Y, a partir de ahí, es todo un trabajo. Incluso para copiar resulta indispensable cierto criterio estético y un ojo entrenado. El estilo tiene que ver con la clase social en algunos casos, pero en otros, también se adquiere, es un proceso de largo aprendizaje.
-¿Te sentís un referente estético?
-No lo creo, no me veo así… pero quizás lo sea. Eso depende de la mirada del otro. Como no estoy pendiente de la belleza ni soy de las que viven producidas, me cuesta reconocerme como tal.
-¿Tu look ideal?
-Soy feliz con un pollera bien larga, un suéter tejido, una camisa dos o tres talles más grande que el mío, con un gorrito en la cabeza y descalza caminando por la playa o sobre un lindo césped.