LO QUE HAY QUE SABER ANTES DE OPERARSE

Las preguntas, los miedos y las precauciones antes de una operación estética. Qué hacer cuando la intervención no resultó diez puntos. Cómo superar defectos y desilusiones.

Siempre creí que la cirugía estética era para las actrices o las modelos y me pregunto si yo podré tener los mismos resultados -dice Nora, de 42 años-. Yo detesto mis piernas y a lo mejor me vendría bien una lipoaspiración, pero tengo mucho miedo. Nunca pasé por un quirófano, no sé cuánto me puede doler y no me imagino cómo voy a quedar». En realidad, el miedo de Nora es muy común, porque el mundo de la cirugía estética sigue siendo, en muchos aspectos, un gran enigma: ¿cómo voy a quedar? ¿Me dolerá? ¿Vale la pena someterme al bisturí por una cuestión estética? ¿Tendré complicaciones?
Lo cierto es que entre el pánico de Nora y el híper-operado personaje de Antonio Gasalla hay un abismo. Porque decidir un lif-ting no significa transformarse en un monstruo con la piel de la cara anudada en un rodete ni en una especie de luna llena que se hunde al menor contacto. Pero, sin embargo, el lifting también tiene sus complicaciones.

«Los cirujanos trabajamos con tejidos vivos. Es casi imposible anticipar en un ciento por ciento el resultado -dice el doctor Norberto Morales, cirujano plástico-. La respuesta frente al trabajo del cirujano es tan personal como las huellas digitales: está tanto en manos del médico como del propio paciente «.

En Estados Unidos se pueden planificar los cambios por computadora. El médico se sienta al lado del paciente y muestra de frente y perfil, por ejemplo, cómo quedará el rostro después de una ri-noplastia (operación de nariz). Aunque, según Morales, «existen unas 50 medidas que el cirujano debe tener en cuenta para lograr la armonía en una corrección de nariz, ¿cómo podemos mostrar en una pantalla lo que harán la piel, la grasa, las mucosas, los huesos y el cartílago nasales?». Sin una entrevista a fondo que recoja datos sobre cicatrices anteriores, herencia y actividad cotidiana del paciente, un médico no puede arriesgarse a predecir el resultado.

LOS MAS TEMIDOS

«¿Qué prefiere usted: una buena forma en la mama o ausencia de cicatrices? ¿Pensó que las cicatrices en abdomen y piernas luego de una dermolipectomía (extracción de grasa y piel) serán permanentes? ¿Tuvo en cuenta que en las cicatrices que deja el lifting en el cuero cabelludo no volverá a crecer pelo?», pregunta el cirujano plástico Ronaldo Maciel.

Las cicatrices son, tal vez, los fantasmas más temidos de cualquier intervención y no siempre los cirujanos se toman el tiempo necesario para responder a todas las dudas. Aunque hay algunos problemas que merecen ser tratados con muchísimo cuidado, como los queloides (muy comunes en las pieles oscuras), las cicatrices por li-poaspiracicm (permanentes, rojas y de aspecto desagradable), las cicatrices por prótesis mamaria (que se despigmenti-zan y quedan más claras que el resto de la piel) y las cicatrices por lifting (que inhiben el crecimiento del pelo). Para retocar una cicatriz, por otro lado, conviene esperar entre nueve meses y un año y, aunque las heridas de las mujeres mayores tardan más en cicatrizar, los resultados son mucho mejores que en las jóvenes.

La anestesia es el otro gran fantasma y la duda más difícil de resolver: general o local. Aunque ambas tienen ventajas e inconvenientes, muchos médicos prefieren la general, salvo en casos de contraindicaciones o cuando la paciente no soporta la idea de perder la conciencia.

Por otro lado, las cirugías estéticas no siempre terminan en un happy end, lo que implica un riesgo que hay que evaluar antes de decidir una operación: «Di muchas vueltas antes de animarme a una nueva consulta -cuenta Liliana T., de 36 años- a pesar de que ya habían pasado seis meses desde la lipoaspira-ción de mis piernas. Me levantaba cada mañana esperando que los pozos hubieran desaparecido, y nada: las piernas perfectas brillaban por su ausencia». En realidad, una de cada diez mujeres vuelve desesperada al consultorio del cirujano plástico y se entera de que necesita una nueva intervención. Porque hay lif-tings que producen zonas con pérdida definitiva de cabello, prótesis de mamas que se en-capsulan, narices operadas con el tabique torcido y pozos y moretones producidos por la lipoaspiración. Si hasta la sex symbol Laura Antone-lli quedó con la cara deformada por una reacción frente a una inyección de colágeno. De todos modos, si bien es cierto que existen los riesgos, también existen servicios de cirugía plástica y reconstructiva que pueden remediar aquello que parece no tener arreglo.

Los fantasmas sólo desaparecen cuando una sabe de qué se trata. La clave es conocer los riesgos y plantear todas las dudas, no para asustarse y desistir de la intervención, sino para elegir sin la desventaja de no estar bien informada.