SEGÚN EL COLOR CON QUE SE MIRE

¿Qué es el té rojo? Una infusión de origen africano a la que se le adjudica poder rejuvenecedor. Lo cierto es que su sabor es agradable y ayuda a quitar el hambre. Razón suficiente para probarlo, ¿no?

Les quiero contar de un viaje a Africa y del “Roobois”, que se pronuncia “Rubos” o “Te Rojo”.  La primera vez que se escuchó del té rojo fue en el año 1772 cuando el botánico, Carl Thunberg lo reportó en un trabajo científico.

Hay quien dice que el té rojo tiene poderes rejuvenecedores por su alto contenido de anti-oxidantes, y hay quien dice que adelgaza. Hay quien dice que es originario de la India, y hay quien dice que es de origen Chino. El hecho es que esta planta no es de China ni es de India, y tampoco es roja. Así las cosas, yo, que estaba bastante confundida también, me puse a estudiar un poco. Me enteré que el “Rooibos” es una planta que pertenece a la familia de las “Aspalatus” y que se encuentra en unas montañas de Sud Africa que se llaman “Cederberg” y que no son muy conocidas porque nada pasa allí que sea de especial interés. Nada, excepto que allí crece esta planta, que no es roja sino verde, como la mayoría de las plantas, y que se vuelve roja bajo tratamiento especial que otro día les cuento.

De las hojas de la planta Rooibos se hace una bebida, infusión o tisana, que es bastante rica, medio dulzona, con un dejo de sabor a nuez. Me enteré que el té rojo, es un nombre que está en disputa judicial por derechos marcarios, porque un país dice que es un genérico y otro dice que es una marca registrada.   En Sudáfrica el té rojo se bebe con leche y azúcar, pero en Europa y en los Estados Unidos se bebe sin azúcar y sin leche.

A mi me lo dió a probar un matrimonio amigo. Me lo trajeron calentito para que lo pruebe y me aseguraron que sus cualidades son casi milagrosas. “¿Milagrosas?”, les pregunté, porque yo siempre desconfío de estas modas que así como empiezan acaban. “Bueno, milagrosa, milagrosa, lo que se dice propiamente milagrosa, no es”, me contestaron, y en ese momento me sentí más aliviada.  La verdad es que cuando lo probé no me pareció nada del otro mundo, pero noté que el color es realmente rojo y el gustito es bastante rico y que tiene un dejo de sabor a nuez que es suave y agradable. Parece que este té se distingue de otros tés en que tiene un alto nivel de anti-oxidantes como, por ejemplo, el “superóxido dismutasa” (SOD), y ya sabemos que los antioxidantes son muy buenos para prolongar la juventud.  La segunda cosa que lo diferencia a este té  es que, dicen, no tiene cafeína. Esto es raro porque todos los tés tienen cafeína, o teteína, pero, bueno, parece que el té rojo no la tiene. En tercer lugar, el té rojo tiene muy poca “tanina” y esto también es bueno porque la tanina puede afectar al metabolismo y hacer que el cuerpo no absorba ciertos nutrientes esenciales, como el hierro y la proteína.

Hasta aqui las tres cosas que diferencian al té rojo de otros tés. Ahora les cuento que es lo que me gusta de este té exótico y que resultados me dió a mi. Me gusta porque el sabor es agradable y porque, aún caliente, tiene un efecto refrescante. Me gusta, también, porque cuando lo bebo siento que me quita el apetito. No se si será mi impresión o qué, pero lo cierto es que cuando tomo este té no me dan tantas ganas de “acompañarlo con algo”, que es lo que pasa generalmente cuando uno se sienta “a tomar algo”, como por ejemplo un cafecito, o un té común. Esas son las dos cosas que me gustan del té rojo. No se si saldría a la calle a proclamar sus virtudes, pero a mi me gusta. En todo caso pruébenlo y después me cuentan.