TAMARA DI TELLA SOBRE EL MÉTODO TANGO PILATES

Cuando creé Tango Pilates, un sistema de ejercicios específicos y novedosos que crece en Europa y EE. UU. Yo estaba en el servicio de Pilates que instalé en un hospital público trabajando con personas con disfunciones motoras.

Los tropiezos pueden ser, según las circunstancias, aciertos afortunados, o bien errores que dejan una huella más o menos perenne. Recuerdo dos ejemplos que lo grafican.
Cuando creé Tango Pilates, un sistema de ejercicios específicos y novedosos que crece en Europa y EE. UU., en realidad «tropecé» con esa idea. Yo estaba en el servicio de Pilates que instalé en un hospital público trabajando con personas con disfunciones motoras. Me di cuenta de que trabajaban mejor de a dos, porque a estos pacientes les cuesta iniciar el movimiento pero no tanto copiarlo. Decidí entonces poner un instructor y un pacien­te a cada lado de una máquina pilates, y al verlos trabajar en forma tan sincronizada, me dije: «Uy… ¡parece tango!».

Luego vino lo de la música. En realidad, música no; la mú­sica no es tan importante: es el ritmo lo que cuenta. El ritmo marcado de los latidos del corazón es el primer sonido que el bebé escucha en la panza de su mamá. Pero necesitaba encon­trar un ritmo fuerte y cuadrado. Salsa o cumbia no servirían, tampoco una música estridente. Debía ser un ritmo fuerte, marcado, cuadrado. ¡La Cumparcita!

El 2 x 4 hizo el milagro. Al ver a los pacientes movién­dose armónicamente de a dos y al ritmo del famoso tango de Matos Rodríguez, me di cuenta de que había nacido un nuevo producto ¡que no se parecía a ningún otro! Fue un rapto de lucidez. Lo llamé Tango Pilates o Tangolates, y lo registré en Estados Unidos enseguida. Eso fue en 2005. Luego lo fui perfeccionando: desarrollé rutinas únicas, mi Tango Pilates pasó por las etapas de evaluación científica y lo pude presentar ante la Organización Mundial de la Salud. También publiqué libros, manuales y videos para  ayudar a difundirlo en el extranjero.

Al terminar de hablar, algunas mujeres, sonriendo, me tocaban la pancita. Yo no entendía nada. Hasta que caí y me quise morir.

En 2008, el cantante Sting me dijo, con su acento tan inglés: «Tamara, Tango Pilates es de una atracción irresistible». Si hubiera sabido de qué forma fortuita había empezado todo…

Otras veces, claro, los tropiezos no devienen éxitos, sino anécdotas risueñas que recordaremos toda la vida. Aunque, en su momento, nos hubiéramos metido debajo de la tierra. Es el caso de mi error favorito. Yo tenía 23 años y había ganado una beca importante de una univer­sidad muy prestigiosa de EE. UU. Mi inglés era fluido pero estaba muy nerviosa. Además, el auditorio estaba repleto y hacía mucho calor. Cuando subí al podio para agradecer, quise decir que sentía un poco de vergüenza porque había otras personas que merecían esa beca más que yo. Pero mi cerebro me jugó una mala pasada: al querer decir que estaba avergonzada o en una situación embarazosa (emba-rrassed, en inglés), sin darme cuenta traduje mal ¡y termi­né diciendo que me encontraba embarazada (pregnant) ¡Qué papelón! El público comenzó a aplaudir y a felicitar­me, y yo no comprendía por qué me celebraban tanto sim­plemente por el hecho de admitir que me daba un poco de vergüenza aceptar esa beca. Al finalizar, algunas mujeres se me acercaron y me tocaban la pancita y me sonreían. Yo no entendía nada. Hasta que caí. ¡Ellos pensaban que, tal cual acababa de anunciar, estaba esperando un bebé! Me quería morir. Entre paréntesis: el bebé llegó… ¡pero diez años más tarde!

Tamara Di Tella, sinónimo de Pilates y de spa en la Argentina, creó el novedoso Tango Pilates o Tangolates (que crece en el mundo a través de un sistema de franquicias). Estudió en Inglaterra y Estados Unidos, y es la esposa del actual embajador argen­tino en Italia, Torcuato Di Tella.