TORCUATO DI TELLA Y SU MUJER TAMARA, UNA EXITOSA EMPRESARIA

Cuando se conocieron, era profesor de sociología en Oxford, y ella su mejor alumna. Hoy Torcuato es uno de los más prestigiosos especialistas en ciencias humanas de todo el mundo. Tamara, en cambio, dejó las ciencias para instalar un SPA.

Como en todo buen relato inglés, la historia nace en los claustros de la vieja Oxford. Allí, la alumna asistía embelesada a las clases de sociología, más atenta al profesor que al discurso. Pero la distancia pudo más que el amor. El regresó a su país, y ella continuó con sus estudios en Harvard. Finalmente, la vida hizo de las suyas y los reencontró años más tarde en Buenos Aires, en una conferencia sobre educación. Su antiguo maestro, Torcuato Di Telia (65) era el moderador y Támara (45) volvía a escucharlo como alumna. Lo esperó a la salida para felicitarlo. Un café y el ofrecimiento de acompañarla hasta la casa fueron el prólogo y epílogo del casi cuento de hadas.

Hoy, con más de dieciséis años de casados y dos hijos, Támara recuerda: «Aquel día le hable tanto de él mismo, que quedó maravillado. El masaje al ego que le puede hacer un estudiante a su profesor es totalmente irresistible. Nuestro amor fue muy griego. La relación especial que se establece entre un profesor y un discípulo es muy fuerte, desde Sócrates hasta hoy. Es un vínculo muy estrecho, muy serio. El alumno admira al profesor y éste va creando, moldeando a un ser nuevo, eso produce un fuerte amor mutuo».

Su piso en Libertador y República de la India es el epicentro de las reuniones familiares. Allí, el canciller Guido Di Tella (54), pasa horas jugando con sus sobrinos o polemizando con su hermano Torcuato sobre historia y arte.
«Siento un gran cariño por Guido. Al contrario de su imagen formal, mi cuñado es el gran animador de nuestras fiestas. Tiene un enorme sentido del humor, muy inglés. Además de inteligente, es muy afectuoso. El está en la función pública por su vocación de servicio», dice Támara con admiración.
Mientras estudió Ciencias Políticas en Inglaterra y Estados Unidos leyó toda la bibliografía de su actual marido. «Puedo citarlo de la A ala Z porque me leí todo con una pasión increíble. Además él fue padrino de mi tesis doctoral.»

Torcuato Di Tella es uno de los primeros sociólogos del país, autor de catorce libros y fundador de la carrera de Ciencias Sociales en la Argentina. Entre los tantos libros que escribió están: «Argentina, sociedad de masas», «Los fragmentos del poder» y «Sindicato y comunidad».

Después de ese encuentro, Támara regresó a Estados Unidos para entregar su tesis. Su amor y admiración por el hombre que la enamoró, la hizo volver. Al año y medio, ya recibida, y con 29 años, Támara y Torcuata se casaron. El era divorciado y veinte años mayor. Pero asegura que la edad no interesa: «lo importante es el amor». Ella era soltera.

A los cinco años de casados tuvieron a su primer hijo, Sebastián (10) y más tarde a Carolina (8). «Los dos son excelentes alumnos y muy inteligentes. Son nuestro gran tesoro.»

Támara no cree en el divorcio como solución a los problemas maritales. «Para mí, éste es mi primer, mi único y último matrimonio, porque no creo en el divorcio. Me parece que eso no le sirve ni a los padres ni a los hijos. De esa manera se lastima a una familia por algo que se puede solucionar muy fácilmente. Tanto la mujer como el hombre pueden mantener una vida independiente si no están contentos con su matrimonio. Nadie se va a morir por eso y se súfre menos.»

Cuando nacieron los hijos, Támara se fue a vivir a Tortuguitas para dedicarse especialmente a ellos. Llegó un momento en que se sintió muy sola: los chicos comenzaron a ir al colegio y ella no sabía qué hacer con su tiempo libre. Sus días transcurrían paseando por el Patio Bullrich y yendo a cuanto médico hiciera algún tratamiento de belleza.

«Me pasaba los días corriendo entre el gimnasio, la peluquería, el médico para las piernas, la manicura y la cos-metóloga. Un día me di cuenta de que lo que necesitaba la mujer argentina era un lugar dedicado a la belleza y donde pudiera hacerse todo en el mismo lugar. Esto fue hace un año y medio. Desde ahí que vengo trabajando doce horas por día para instalar mi SPA. Lo fui ideando y organizando de a poco porque quería contar con los mejores médicos de Buenos Aires y la mejor atención. Me decidí a hacer de mi ocio una ocupación redituable y productiva.»

«Hace dos meses cumplí mi sueño y abrí el SPA: Támara Di Telia. Allí hay más de doce tratamientos estéticos que se realizan en las siete horas de internación. Los pacientes entran a las diez de la mañana y alas cinco de la tarde se van renovadas, lindas y relajadas.»
Hoy, Támara sueña con llegar a ser la Elizabeth Arden o la Etheé Lauder de la Argentina. Y, como buena libriana, concentró toda su energía en lograr ese objetivo. Nada la asusta. Sabe que su historia, como en todo buen relato, tendrá un final feliz.